8 de septiembre de 2010

Leonard Cohen. Si no es una cosa es la otra: si no estoy constipado estoy asustado.

Esta novela no fue lo más sencillo que me haya tocado traducir, y casi no me creo que finalmente partió de mi compu (bueno, técnicamente todavía está ahí) y apareció en las mesas de las librerías. Con Cohen cada palabra podía ser eso o varias otras cosas, cada frase no del todo llana podía ser un invento suyo, una referencia cultural, una cita trastocada, una cita burlada y hasta un error tipográfico. Cada sintaxis podía pasar a ser otra en mitad de la oración; resemantizando, por supuesto. En un momento, empecé a sospechar hasta de las preposiciones. Para calmar mi paranoia mi amigo Mark improvisó, desde Brooklyn, una especie de consejo asesor canadiense que hasta llegó a reportarse desde la puerta misma de la casa natal de Leonard Cohen, con álbumes de fotos incluidos (la novela transcurre en gran parte en ese barrio). Los miembros del Consejo (Kevin Pask, Marcie Frank y Judith Herz), además de dedicarse a distintas áreas de la literatura, tienen por suerte la edad suficiente como para recordar ciertas especifidades de los años '60 en Canadá. Quiero volver a agradecerles a los cuatro desde aquí. Va un parrafito:

(...) La constipación no me dejó olvidar. Constipación desde el momento en que armé la lista. Cinco días arruinados en sus primeras medias horas. ¿Por qué yo? La gran queja de los constipados. ¿Por qué para mí el mundo no funciona? El hombre solitario sentado en la máquina de porcelana. ¿Qué hice mal ayer? ¿Qué irreductible ribera de mi psique necesita mierda? ¿Cómo puedo empezar algo nuevo con todo lo de ayer dentro de mí? El odiador de la historia agachado sobre el cuenco inmaculado. ¿Cómo puedo probar que el cuerpo está de mi lado? ¿Mi estómago es mi enemigo? El perdedor crónico de la ruleta mañanera planea su suicidio: saltar al St. Lawrence llevando como lastre un intestino sellado. ¿De qué sirven las películas? Soy demasiado pesado para la música. Soy invisible si no dejo una evidencia diaria. La comida vieja es veneno, y las bolsas gotean. ¡Libérenme! ¡Houdini exhausto! ¡Perdí la magia cotidiana! El hombre acuclillado negocia con Dios, enviando listas de resoluciones de año nuevo, una tras otra. Comeré solamente lechuga. Dame diarrea si tengo que tener algo. Déjame ayudar a las flores y a los escarabajos de la bosta. Déjame pasar al club del mundo. No disfruto de las puestas de sol; ¿para quién arden, entonces? Voy a perder el tren. Mi parte del trabajo mundial no será hecha, te lo advierto. Si el esfínter tiene que ser moneda, haz que sea moneda china. ¿Por qué yo? Voy a usar la ciencia en tu contra. Voy a ir tirando pastillas como si fueran cargas de profundidad. Perdón, perdón, no aprietes aun más. Nada me ayudará, ¿es eso lo que quieres que aprenda? El esforzado hombre posado sobre un círculo se prepara para abandonar todos los sistemas. Llévate la esperanza, llévate las catedrales, llévate la radio, llévate mi investigación. Es difícil deshacerse de todo eso, pero una carga de mierda es todavía más difícil. Sí, sí, abandono hasta el sistema de renunciación. En el azulejado tribunal del amanecer un hombre doblado intenta mil juramentos. ¡Déjame testificar! ¡Déjame comparecer! ¡Déjame proyectar sombra! Por favor vacíame, si estoy vacío puedo recibir, si puedo recibir significa que viene de fuera de mí, ¡si viene de fuera de mí no estoy solo! No puedo tolerar esta soledad. Sobre todo es soledad. No quiero ser un estrella, simplemente estar muriendo. Por favor déjame tener hambre, así no seré el punto muerto, así podré distinguir los árboles en sus vidas particulares, así podré tener curiosidad sobre los nombres de los ríos, la altura de las montañas, las diferentes formas de escribir Tekakwitha, Tegahouita, Tegahkouita, Tehgakwita, Tekakouita, ¡ay, quiero que me fascinen los fenómenos! ¡No quiero vivir adentro! Renueva mi vida. ¿Cómo puedo existir en tanto recipiente de la matanza de ayer? ¿La carne me castiga? ¿Hay hordas salvajes que piensan mal de mí? ¡Asesinato en la cocina! ¡Corrales de Dachau! ¡Acicalamos seres para comérnoslos! ¿Acaso Dios ama al mundo? ¡Qué monstruoso sistema de nutrición! ¡Todos nosotros, tribus animales en eterna guerra! ¿Qué hemos ganado? ¡Humanos, nazis alimenticios! ¡La muerte como centro de la alimentación! ¿Quién se irá a disculpar con las vacas? No es culpa nuestra, no fuimos nosotros los que armamos todo esto. Estos riñones son riñones. Esto no es pollo, esto es pollo. Imaginen los campos de exterminio en el sótano de un hotel. ¡Sangre en las almohadas! ¡Materia hincada en los cepillos de dientes! Todos los animales comiendo, no por placer, no por el oro, no por poder sino sencillamente para ser. ¿Para el Placer eterno de quién? Mañana empiezo el ayuno. Renuncio. Pero no puedo renunciar con el estómago lleno. Y el ayuno, Señor, ¿te agrada o te ofende? Podrías interpretarlo como orgullo o cobardía. Mi baño me lo he aprendido de memoria. Edith lo mantenía muy limpio, pero yo he sido menos meticuloso. ¿Es justo pedirle al condenado que friegue la silla eléctrica? Estoy usando diarios viejos; compraré rollos cuando los merezca. Al inodoro le prometí muchos cuidados si es bueno conmigo; lo voy a destapar. Pero ¿por qué tendría que humillarme ahora? Uno no limpia las ventanillas en un choque de autos. Cuando mi cuerpo se ponga en marcha las viejas rutinas se pondrán en marcha, lo prometo. ¡Ayuda! Dame una pista. Hace cinco días, salvo por esa primera media hora de fracaso, que no puedo entrar al baño. Tengo sucios los dientes y el pelo. No tengo la voluntad de afeitarme, de burlarme de mí mismo con un pequeño depósito de pelo. En una autopsia, tendría un olor inmundo. Nadie me quiere comer, estoy seguro. ¿Cómo es todo afuera? ¿Hay una afuera? Soy el muerto, precintado, impermeable museo de mi apetito. Ésta es la brutal soledad de la constipación, así es como se pierde el mundo. Se está dispuesto a arriesgar todo en un río, en un baño desnudo ante Catherine Tekakwitha, y ninguna promesa.

2 comentarios:

El señor H dijo...

Anteayer estuve a punto de comprarla, no sé por qué no lo hice. Pero lo haré.

Anónimo dijo...

¡Qué bueno, Lau! Parecen todas elecciones tan ajustadas, digo, adjetivos, preposiciones, sintaxis... todo!
Nora