24 de octubre de 2010

Otro de Reznikoff, que no conoció los reencuentros vía Facebook

Hola y adiós

Esperando para cruzar la avenida
vi a un hombre que había ido a mi escuela:
solíamos llevarnos bien
y nos reconocimos en seguida.
“Qué calor, ¿no?”, dije yo,
como si nos hubiéramos visto ayer. “Llegó a noventa y cinco”.
“Ay, no”, respondió él. “¡Todavía no tengo noventa y cinco!”.
Después sonrió un poco tristemente y dijo:
“Sabe que estoy tan cansado
que creí por un momento que hablaba de mi edad”.

Seguimos caminando juntos y me preguntó en qué andaba.
Pero no le importaba, por supuesto.
Después, amable, le pregunté por él
y también respondió brevemente.
En la escaleras del subte me dijo:
“Debería darme vergüenza
pero olvidé su nombre”.
“No se avergüence”, respondí,
“yo también olvidé el suyo”.
Con lo cual ambos sonreímos una mueca,
nos dijimos los nombres y partimos.

No hay comentarios: