17 de noviembre de 2011

Me encanta el título


que le puso la Bestia Equilátera al libro de Michael Holroyd que traduje hace unos meses. Un buen epígrafe podría haber sido (aunque en contexto no tiene nada que ver) la primera oración de Jardín junto al mar de Mercé Rododera:


"A mí siempre me ha gustado saber las cosas que le ocurren a la gente, y no es que sea metomentodo..."

Le encanta a Holroyd saber las cosas que le pasan a la gente, sí que es un metomentodo -- bueno, un metesentodo (¿acento?) -- y encima le sale bárbaro escribirlo. 


Este libro tiene muchos artículos (seleccionados, cuándo no, por Matías Serra Bradford): en algunos se escriben vidas, en otros se escribe sobre cómo se escribió cierta vida y en otros, más teóricos, se escribe sobre escribir vidas en general: cómo, para qué, es bueno o malo, mejor que, peor que. Y es un libro que te hace desear: desear leer a todos esos escritores de los que se cuentan cosas, y de cuyas novelas se comentan partes que, al menos en palabras de Holroyd, te hacen pensar que fueron escritas para vos, y cómo que todavía no las descubriste, y si sí las conocías, cómo que no las volviste a leer en los últimos años.


Y además, ¿no está buena la tapa?

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